
Tener diez años y subirte el trompo a la palma de la mano es el equivalente adulto a sacar la licencia de conducir. No todos lo consiguen. Toma arte y tiempo y cuando por fin lo logras, euforia total y a ponérselo delante de la ñata a todos los amigos. Con la práctica consigues levantarlo con la huaraca, bajarlo de una mano a otra y hasta dar un latigazo como el zorro y hacer volar hasta tu mano aquel pequeño satélite de clavo y madera. Dicen que los adultos fuman porque le gusta tener un pequeño incendio entre los labios. Un niño logra lo mismo con el mundo, haciendo orbitar un trompo sobre su mano.
2 comentarios:
muy interesante la página. felicitaciones.
me encantan las historias...
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